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Agradecimientos a White Whale Tattoo

Noviembre 2021

Historia de Alexia

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Hola mi nombre biológico es Eduardo Vinicio Gómez pero mi nombre como mujer trans es Alexia Piedad Gómez, me gustaría iniciar diciendo que mi niñez fue muy bonita, no tengo malos recuerdos de esa época porque mi familia trató de darme lo mejor que podían. Con respecto a mi hogar solo fui criado por mi madre. Mi mamá hacía trabajos domésticos en una casa, donde prácticamente crecí porque ahí vivíamos. Los hijos de la dueña de la casa fueron como amigos muy cercanos o familia porque fuimos creciendo juntos.

En cuanto a la escuela, tuve la oportunidad de estudiar en un colegio (la primaria) y no recuerdo tener conflicto con mi sexualidad porque los compañeritos a esa edad no tenían ese tipo de prejuicios, se trataba más de diversión que andar preocupado por otras cosas, por lo que puedo decir que fue algo bonito. Sin embargo en la adolescencia recuerdo que hubo algunas incomodidades porque yo siempre fui amanerado, entonces me molestaban por eso, siempre lo hacían. De hecho se hizo más frecuente el problema cuando nos mudamos a la zona 18, porque es más populosa. Al salir a la calle había personas que notaban mi amaneramiento y me molestaban o se burlaban, sin embargo traté de no poner atención a eso.  

Puedo mencionar que aun dentro de mi familia cuando notaban que mi comportamiento era diferente a la masculinidad socialmente aceptada me decían que debía comportarme como hombre, que los varones no se comportaban como lo hacía yo, sobre todo cuando me veían jugar con muñecas, porque me gustaba jugar con muñecas y me lo prohibían.

Una historia mala en mi niñez fue descubrir que mi papa no era soltero, él era casado. Eso me afectó porque le mintió a mi mamá y considero que no es correcto lo que él hizo. Sin embargo, no me puedo quejar porque a pesar de todo, mi mamá siempre salió adelante conmigo y fue una buena persona.

Algo malo que pasó cuando estaba en mi adolescencia es que mis primos abusaron de mí. Ellos me forzaron a tener relaciones sexuales, ellos mayores que yo, quizá unos 4 o 5 años más que yo. Eso quiere decir que yo tenía alrededor de 10 u 11 años cuando les hice sexo oral a mis primos y a los 13 años más o menos, tuve mi primera relación de penetración con un primo que tenía alrededor de 18 años. Yo nunca conté nada a nadie, ni siquiera a mi mamá porque me daba miedo que me pegara porque ella era muy agresiva en ese tiempo. Entonces sufrí con el abuso, pero también con el silencio. Bueno yo recuerdo que siempre me incliné por jugar más con niñas, pasaba más tiempo con ellas. Jugaba basquetbol, vóley ball, cuerda, yacks, muñecas y por eso había rechazo de parte de los varones.

Recuerdo que había otros amigos que también estaban experimentando la misma situación, los cambios de su sexualidad o dicho de otra forma, descubriendo su sexualidad. Entonces nos reuníamos para hablar sobre nuestro cuerpo o a veces para tocarnos con esa curiosidad que normalmente se tiene a esa edad. Pero cuando realmente fui consciente de mi sexualidad fue alrededor de los 13 años, ahí me di cuenta que mi sexualidad era distinta. Claro que sin duda influyó en mucho lo que mis primos me hicieron.

Cuando mi familia supo de mi orientación y mi decisión sobre la sexualidad no lo tomaron a bien. Prácticamente me echaron de casa. Obviamente hubo rechazo, no me dieron oportunidad de quedarme con ellos. Eso me llevó a situaciones dolorosas en mi vida porque anduve vagando por las calles, aguantando hambre y frío. Esa situación también me llevó a los inicios del comercio sexual en las calles.

Entonces, me tuve que dedicar al comercio sexual porque yo era menor de edad y nadie me daba trabajo por ser menor de edad, por mi orientación sexual y forma de vestirme. Ahora bien, esto del comercio sexual no es algo que me gustaba hacer, o sea, no es algo que yo disfrutaba. Yo lo comencé hacer porque no tenía otra opción, era por necesidad de comer y sobrevivir.

Recuerdo que una amiga me dijo que por ser  joven yo podía hacer mucho dinero porque varios hombres iban a querer estar conmigo; y de hecho así fue, porque la primera noche gané alrededor de Q,1,100; el equivalente de $140 dólares. Y obviamente eso me emocionó porque era bastante dinero para esa época y para mi edad. Así fue como empecé a vestirme como mujer y a salir a las calles para el comercio sexual. Definitivamente el inicio fue “asqueante”, porque significaba estar con hombres que no conocía, con los que no quería estar, que me tocaban, manoseaban, significaba estar con ellos porque pagaban, solo por eso, porque no involucraba sentimientos. 

Cuando uno inicia en todo este mundo del comercio sexual en las calles se conoce a muchas personas que venden o consumen drogas, bebidas alcohólicas y en varias ocasiones uno también lo tenía que hacer porque si uno no lo hace deja de trabajar. Así que eso poco a poco lo va empujando a uno a involucrarse con estas prácticas y cuando uno reacciona ya está envuelto en el consumo de esas sustancias. Entonces, se volvió un ciclo dañino porque yo podía ganar mucho dinero pero todo se iba en comprar drogas o alcohol y me volví dependiente de eso. Si yo no estaba drogada en una esquina, ya no me sentía cómoda.  

Tuve algunas experiencias desagradables, como por ejemplo que en varias ocasiones intentaron asesinarme o golpearme y definitivamente tenía que defenderme. Pero eran muchas las causas por las que una corre riesgo en las calles. Por un lado estaban las mismas trans del gremio que por envidias o por diferentes razones personales, exigían que les diera dinero, o también porque hombres transfóbicos llegaban a golpearnos, tiraban cohetes o cualquier cosa que le podía hacer daño a una. De hecho en una ocasión dentro de un carro me intentaron matar y yo me les tiré del carro, y ahora yo doy gracias a Dios porque aún estoy con vida.

Estuve presa 4 años por un caso injusto, pero tuve que pasar esa etapa de mi vida. Al salir de prisión, de nuevo salí a las calles pero ya para esa época las cosas habían cambiado porque la “MS” (mara salvatrucha) estaba pidiendo la renta en varias esquinas. Cualquiera que se negaba a pagarles, ellos llegaban a golpear o a matar. Entonces como yo me negué a pagarles me dispararon, aunque gracias a Dios pude salir de esa también porque intentaron matarme pero no lo lograron. Ya para esos días comencé a buscar de nuevo trabajo y fui conociendo a los miembros de Pan y Chocolate, porque ellos llegaban a las calles a repartirnos comida y platicar de Dios con nosotros, aunque nunca intentaron cambiarnos ni hablar mal de nuestra orientación e identidad.

Hoy en día me siento muy bien y orgullosa porque he salido adelante. Lo que nunca pude hacer cuando trabajaba en las calles lo he podido hacer hoy. Yo nunca me pude comprar nada pero ahora con un trabajo honrado he podido comprarme mi ropero, cama, televisor y varias cositas. Por eso estoy agradecida con Dios en ese sentido y también al apoyo que ahora tengo de mi familia, claro en el sentido de superarme, porque aún no aceptan mi identidad, no me aceptan como realmente soy. 

Ahora bien me gustaría mencionar que haber conocido a Pan y Chocolate fue una maravillosa experiencia. Conocí a Raúl, a Julio y a otras personas más, que en algún momento me han apoyado. El año pasado tuve la buena experiencia de estudiar gastronomía, porque es lo que a mí me gusta, ya mucha gente me conoce porque cocino y les agrada como cocino. Gracias a los estudios que realicé de cocina internacional ahora tengo otro punto de vista y aunque no tengo un trabajo como quisiera (porque siempre me encuentro con prejuicios sociales que la gente tiene en los establecimientos de comida), he podido salir adelante y eso no me detiene en seguir adelante. Definitivamente haber conocido a Pan y Chocolate es maravilloso porque a través de ellos he podido estudiar algo que a mí me gusta y superarme en esa área de mi vida, ellos han sido unas grandes personas conmigo

Ahora mis planes a futuro son poder tener un buen empleo en un restaurante, tal vez no de chef pero aunque sea de ayudante de cocina, porque de algo se comienza en un buen restaurante. O quizá algún día poner mi pequeño negocio, una plancha y otras cositas para hacer venta en mi casa, seguir avanzando, ya no regresar a las calles al comercio sexual. De hecho, ahora cuando tengo la oportunidad de aconsejar a otras personas, les digo que no se metan al comercio sexual porque eso es desperdiciar la vida y una va para vieja no para joven, por eso una tiene que ver hacia adelante al futuro.

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