Visibilizando a las niñas y mujeres en Guatemala
Durante los cuatro años y medio que he servido como colaboradora en misión acá en Guatemala, he aprendido, mediante el dolor, el luto, el enojo y la rabia, hasta la incredulidad, que no se valoran para nada a las vidas de las mujeres y las niñas en Guatemala – se pisotean sus vidas y las tratan como menos que seres humanos. Tristemente, veo y oigo a algunas personas, (incluso las visitas estadounidenses que recibo regularmente) que se preocupan más por los perros enfermos de la calle que por las vidas del género femenino en este país. El poema que abajo citaré (compartido con permiso de autora) escrito por mi respetada colega, socióloga, anfitriona de radio, la poeta Ana Silvia Monzón, describe la dolorosa historia y realidad guatemalteca.
El 8 de marzo 2017 fueron calcinadas/asfixiadas 41 niñas* menores de 17 años que estaban bajo protección estatal en un albergue; todos los días los medios traen las noticias de violaciones sexuales, abusos, desapariciones y secuestros de niñas y niños, muertes violentas por balas perdidas, o premeditadas. Una noticia reciente dice que, tres niñas fueron asesinadas; dos vestían su uniforme escolar y fueron acribilladas en la cabeza, a las dos de la tarde…
El 26 de abril del 2017, 14 estudiantes, 9 de ellas mujeres, fueron atropelladas por un conductor a plena luz del día, mientras hacían una protesta porque las autoridades educativas no mejoran sus condiciones en las aulas, esto sucedió en una de las calzadas más transitadas de la ciudad. La estudiante, Brenda Domínguez, sucumbió a las lesiones y falleció el 29 de abril. Días después, el conductor del vehículo fue identificado y arrestado; pero su caso sigue pendiente, la palabra indignación ya no me basta.
A las niñas en mi país, las abusan, las acosan, las violan, las matan-calcinadas-asfixiadas-atropelladas-lacerada-acuchilladas-con armas de todos los calibres
A las niñas de mi país, les roban los sueños, se los cambian por pesadillas, las sentencian al silencio, las mandan a callar, las estigmatizan
A las niñas de mi país, la infancia les dura poco, para ellas los juegos son desconocidos, pronto asumen cargas que no les corresponden, pronto se enfrentan a la sordidez adulta A las niñas de mi país, les prohíben las ilusiones, les niegan el futuro, y si, con todas esas advertencias se unen, protestan, manifiestan son condenadas sin juicio ni derecho a defensa a muertes atroces y para más escarnio, las culpan, las exhiben como aviso para que ninguna más se atreva a desafiar, a contradecir, a exigir, a decir…
A las niñas de mi país, desde muy temprana edad les aplican la política del miedo, del qué dirán, del no puedo, del no tengo derechos, de la doble moral, las abruman con mensajes comerciales que venden espejismos y luego les suministran una fuerte dosis de realidad, esa que no admite finales felices, ni principios azucarados sino golpes y maltratos cotidianos, violencias en todas sus versiones
A las niñas de mi país las castigan desde tiempos inmemoriales-por ser-por existir-por retar a este mundo mezquino. Pero ellas perseveran, son las que salen a la calle o resisten en sus casas, las que gritan consignas o las escriben en sus cuadernos, las que denuncian o las que callan, pero piensan, o actúan las que con sus cuerpos lacerados, explotados, maltratados nos exigen que pongamos el dedo en la llaga, que no veamos para otro lado, que no las olvidemos, que los pasos dados aún no son suficientes, que es preciso seguir insistiendo en el presente, no repetir la historia de impunidad y no dejar escapar el ¿futuro?
Ana Silvia Monzón, 27 de abril de 2017
*La cifra de niñas muertas originalmente fue de 35, luego subió hasta 41, finalmente quedó en 43.
Doy gracias a Dios que existen programas como la Pastoral de las Mujeres de CEDEPCA en el país de Guatemala, donde el mensaje principal en la sociedad, en las políticas gubernamentales – y frecuentemente hasta en las iglesias – es que las niñas y las mujeres somos desechables cuándo cuestionamos malos tratos o cuando exigimos los derechos más básicos y fundamentales. Se ofrecen talleres y celebraciones que proclaman el valor y la dignidad de las mujeres de todas las edades porque ¡somos TODAS creación de Dios y TODAS somos creadas a imagen y semejanza de Dios!
Estoy profundamente dedicada a trabajar por la visibilización de las mujeres, especialmente frente a la desvaloración en Guatemala de la vida humana – y más específicamente, de las vidas de las mujeres de toda edad. Es importante que las mujeres comencemos a tener una lectura nueva de la Biblia “con ojos de mujer,” en donde descubramos en Génesis 1:26-28, que Dios creó a las y los seres humanas/os a su imagen y semejanza. Esta puede ser la primera vez en la vida que una mujer escucha que ella también es creada en imagen de Dios y que, por lo tanto, ella también tiene valor, dignidad y derechos.
Que la gracia de nuestro Señor JesuCristo, el amor de Dios y la comunión y empoderamiento del Espíritu Santo esté con Uds, ahora y para siempre.