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Decían...

Decían: Ese que se emborracha, ese amigo de prostitutas y ladrones, ese que viene a criticar nuestra vida social, económica, religiosa y política, ese hijo de un carpintero de un pueblo insignificante, ese don nadie que tiene la aprobación de un montón de antisociales, marginados, mujeres, discapacitados, enfermos y locos... A ése, lo vamos a matar, y todos aquellos que le siguen, los vamos a desaparecer.

Hoy día reflexiono en mí caminar cristiano; y en ese Jesús es en el que yo creo y al que sigo, por lo que soy parte de esos antisociales y excluidos que tiene su aprobación, la aprobación de un hombre que vino a dar Vida. Deseo imitarle en todo su caminar, el cual no es nada fácil, tampoco gratificante terrenalmente, es sin duda aterrador, pensar siquiera, que para impactar y transformar mi sociedad, mi época y a las generaciones que se levantan, debo incomodar las esferas políticas, económicas, sociales y religiosas de mi tiempo, a tal grado, que mi vida, posiblemente llegue a tener un precio y un tiempo de existencia en este mundo.

Ahora, ¿Estoy dispuesto a correr ese riesgo, como lo estuvieron todas y todos aquellos que fueron torturados, quemados, lapidados, etc., por seguir los pasos de aquel hombre que vino a dar sentido a la vida? Yo diría que lo estoy, Claro que lo estoy!! No quiero para mí un Evangelio cómodo, no quiero pasar de largo el sufrimiento o padecimientos que deba soportar. No, no quiero eso. Quiero que mi opción de Vida sea siempre la opción por el más despreciado y despreciada, por aquel o aquella que necesita justicia; y como dijo el revolucionario Ernesto Che Guevara "ser capaces de sentir en lo más hondo, cualquier injusticia cometida, contra cualquiera en cualquier lugar". Pero sin lugar a dudas, no puedo llegar a ese sentimiento sentado cómodamente en mi hogar u oficina, viendo cómo se destruye mi sociedad y viendo cómo se manipula el Evangelio, por el cual un día, algunos y algunas tuvieron que pagar con su vida por defender sus ideales, enseñanzas de Jesús y la convicción de un Dios justo y amoroso. No puedo obviar eso, seria injusto de mi parte, y si lo hiciera, dejaría de llamarme “cristiano”.

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