Homosexualidad, Biblia y creencias religiosas: Notas para un diálogo.
Existen en la sociedad personas que defienden la familia desde una postura religiosa, y entienden que la única forma legítima de conformar una familia es de carácter heterosexual. Algunos van más allá y han decidido emprender una campaña en contra, no solo de la familia no heterosexual, sino de cualquier práctica sexual o afinidad homosexual. Otras personas se oponen a la homosexualidad desde una postra científica. La cual, señala que la naturaleza determina el orden de las cosas mediante la conservación biológica, por lo tanto, toda expresión homosexual es antinatural y, por consiguiente, intolerable.
Por su parte, existen también aquellas personas que defienden la homosexualidad desde diferentes ángulos. Los menos se posicionan en una postura científica e indican que existen elementos genéticos que explican el comportamiento homosexual. Muchos otros defienden las relaciones no heterosexuales desde las ciencias sociales o bien, desde el derecho a la autodeterminación como personas. No es mi interés abarcar todas las posturas. Me interesa, de inicio la postura religiosa, pues es, sin duda, la más combativa en sus posicionamientos.
Es necesario decir que la descalificación, el prejuicio y el rechazo no son elementos que contiene un diálogo. No obstante, tampoco evita la problematización y la argumentación seria que lleve a la reflexión en ambos sentidos. En otras palabras, el dialogar implica defender y/o atacar argumentos, pero no personas. Dicho eso, comienzo con la primera parte de esta nota.
La Biblia y la práctica homosexual. Problemas de congruencia.
Existen varios textos bíblicos que hablan de la homosexualidad o que al menos son sospechosos de hablar de alguna práctica relacionada; no son muchos, pero están presentes. No caeré en la falacia de cuantificar los textos que hablan de la homosexualidad para determinar la validez del tema, en todo caso, la cantidad de veces que se habla del tema no es el criterio para problematizar. Lo que sí debo advertir es que, la traducción al español de los vocablos hebreos o griegos no siempre respetan el original, y simplemente lo han traducido con el vocablo homosexual. Desde ya, existe una arbitrariedad cuya intencionalidad no es difícil de adivinar. Enumero a continuación los textos que hablan de prácticas homosexuales que guardan alguna relación parecida:
Citas del Antiguo Testamento
Texto: Génesis 19: 1-29
Vocablo y traducción: “Quisieron conocer” vocablo “yadha” conocer carnalmente o saber quiénes son.
Textos: Jueces 19: 22-30. Deuteronomio. 23: 17. 1 Reyes 14:24; 15:12 y 22:46. Job 36: 14
Vocablo y traducción: Hieródulo “prostitutos sagrados” el texto masorético utiliza en todos los casos “qadesh” consagrar de raíz “qdsh” utilizado para hablar de prostitución como acto ritual. La traducción de la biblia Jerusalén y Dios habla hoy son fieles al texto hebreo. La Latinoamericana y la Reina Valera 60 traducen, arbitrariamente homosexuales en el caso de la primera, y sodomita, en el caso de la segunda lo cual distorsiona el texto.
Textos: Levítico 18:22; 20:13
Vocablo y traducción: “Mishkevey zajar” y “Zajar mishkevey”. Literalmente acostarse (relaciones sexuales) con varón.
Citas del Nuevo Testamento
Texto: 1 Corintios 6:9-10
Vocablo y traducción: “Malakoí y arsenokoítai”. “Malakos” en griego es blando, gente suave, libertino o licencioso. Arsenokoitaí literalmente se refiere aquellos hombres que mantienen relaciones a través del coito anal.
Texto: 1 Timoteo 1:9-11
Vocablo y traducción: Arsenokoitaí (ver explicación anterior).
Texto: Romanos 1: 26-27
Vocablo y traducción: “para physin” contra la naturaleza. Pablo refleja su tradición judía aquí.
Debo gran parte de estas citas al trabajo Awi M., Alexandre (2001). ¿Qué dice la Biblia sobre la homosexualidad? Teología y vida, 42(4), 377-398. Y a mis propias indagaciones en el texto griego, hebreo y diccionario de hebreo bíblico.
Estos son todos los textos que hablan o sugieren relaciones homosexuales. Resultaría exhaustivo analizar exegéticamente cada uno de ellos. Invito al lector a consultar el texto de Awi, a quién cité y hacer su propio análisis del contexto de cada uno de los textos. Me conformaré con hacer breves acercamientos a algunos de ellos. Pero antes, refiero otro texto usado para hablar del tema. Me refiero a Génesis 1:27:
“Y Dios creó al ser humano; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.
Y también Génesis 2:24:
“Por eso el hombre deja a su padre y su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser”.
Estos son los textos que se utilizan para defender la heterosexualidad y, por ende, oponerse a la homosexualidad.
Algunas dificultades a considerar a la hora de usar el texto bíblico para oponerse a las relaciones homosexuales.
En este apartado mi premisa principal no es la defensa de la homosexualidad, sino la falta de congruencia y elección selectiva de la Biblia para oponerse al pecado. De acá surgen mis primeras preguntas a los creyentes ¿Por qué elegimos combatir la homosexualidad con tanta fuerza, y no la injusticia social, el racismo, la discriminación de la mujer o del migrante? ¿Por qué no se combate la usura, la explotación económica o laboral si el texto bíblico es claro y tajante en estos temas? Tengo algunas explicaciones, pero antes quiero plantear algunas cuestiones capitales desde los textos elegidos para este análisis.
Citas bíblicas Antiguo Testamento y Nuevo Testamento
Quienes toman los textos bíblicos para argumentar que la familia o las relaciones de pareja que agradan a Dios están en la Biblia, están también obligados a defender todo el proyecto moral que nos deja la escritura. En caso contrario, se tropieza con una elección selectiva de las enseñanzas bíblicas. Me explico. Por ejemplo, las personas que aluden al caso de Sodoma y Gomorra, incluso que llaman sodomía a la homosexualidad, deberán también poner atención a los otros pecados que el mismo profeta Ezequiel acusa a los moradores de esa ciudad:
“Tu hermana Sodoma y sus aldeas pecaron de soberbia, gula, apatía e indiferencia hacia el pobre y el indigente”. Ezequiel 16:49.
Nótese que Ezequiel lanza un fuerte reclamo contra los moradores de Jerusalén y los compara con Sodoma, primeramente, por su soberbia. Seguido de ello les reprocha la gula, la cual se acompaña de la apatía y la indiferencia hacia los menospreciados de la sociedad. El reclamo es fuerte si se tiene en cuenta el contexto del capítulo 16 que la Nueva Versión Internacional titula “Infidelidad de Jerusalén”. No obstante, este juicio severo pasa desapercibido en la crítica a la homosexualidad o a la sodomía, como algunos gustan decir. Nada hay de esto, o al menos, no se observa la misma combatividad contra la injusticia social como contra la homosexualidad.
Segundo ejemplo, el caso del libro de Jueces capítulo 19, la famosa historia del levita y su concubina:
“Mientras pasaban un momento agradable, algunos hombres perversos de la ciudad rodearon la casa. Golpeando la puerta, le gritaban al anciano dueño de la casa: ¡Saca al hombre que llegó a tu casa! ¡Queremos abusar de él! …miren, aquí está mi hija que todavía es virgen, y la concubina de este hombre, las voy a sacar ahora, para que las usen y hagan con ellas lo que bien les parezca. Pero con este hombre no cometan tal infamia. Aquellos hombres no quisieron hacerle caso, así que el levita tomó a su concubina y la echó a la calle. Los hombres la violaron y la ultrajaron toda la noche, hasta el amanecer; ya en la madrugara la dejaron ir. Despuntaba el alba cuando la mujer volvió, y se desplomó a la entrada de la casa donde estaba hospedado su marido. Allí se quedó hasta que amaneció. Cuando por la mañana su marido se levantó y abrió la puerta de la casa, dispuesto a seguir su camino, vio allí a su concubina, tendida a la entrada de la casa con las manos en el umbral. “Levántate, vámonos” le dijo, pero no obtuvo respuesta. Entonces el hombre la puso sobre su asno y partió a su casa. Cuando llegó a su casa, tomó un cuchillo y descuartizó a su concubina en doce pedazos, después de lo cual distribuyó por todas las regiones de Israel”. Jueces 19:22-29.
El relato por sí mismo es horrorizante, y lo cité por el paralelismo con el episodio de Lot en Sodoma y Gomorra en Génesis 19. En ambos relatos, los hombres anfitriones ofrecen a las mujeres “para que hagan con ellas lo que les plazca”. Pero el pasaje de Jueces va más allá, y revela la brutalidad del levita y del huésped contra las mujeres, pues disponen de ellas como si fueran mercancías. Sin embargo, se hace énfasis en la perversión de los hombres que quieren abusar del levita y no en la forma de tratar a las mujeres. No se escucha el mismo reclamo de las personas religiosas sobre la vulnerabilidad en la que están las mujeres hoy en un país como México, por ejemplo. No obstante, la escandalización por la aprobación del matrimonio homosexual se levanta hasta el cielo. Esto sin mencionar que no se habla de práctica homosexual como tal. De hecho, puede abrirse una discusión si no era una violación grupal como símbolo de desprestigio contra el levita, extranjero visitante. Es decir, una violación contra el honor del hombre no por práctica homosexuales propiamente dicha, sino una práctica de hombres heterosexuales como signo de dominio y poder sobre los extranjeros. No hay que olvidar que la violación es o fue un instrumento de guerra y tortura psicológica en algunas culturas. Esto adquiere sentido a la hostilidad y rechazo de los judíos hacia estos actos. Pues el mismo levita evita decir que estuvo a punto de ser abusado también él en el versículo 5 del capítulo 19. Pero esto es mera especulación.
En el caso de Levítico, la prohibición es clara y no hay discusión. Sin embargo, también en Levítico 25 existen varias restricciones a considerar a la hora de apoyar un proyecto moral:
“Si alguno de tus compatriotas se empobrece y no tiene cómo sostenerse, ayúdale como lo harías con un extranjero con el residente transitorio; así podrá seguir viviendo entre ustedes. No le exigirás interés cuando le prestes dinero o víveres, sino que temerás a tu Dios. …tampoco le prestarás dinero con intereses ni le impondrás recargo a los víveres que le fíes”.Levítico. 25:35-37.
La lógica de mercado imperante en la sociedad no soportaría este texto de Levítico, incluso, debería ser una de las batallas vitales de las personas religiosas. Se esperaría pues que, así con el ahínco con el que combaten la sexualidad, lucharan contra la usura de los sistemas bancarios que empobrecen a muchas familias. O bien, protestar en contra de los organismos internacionales que imponen intereses a las naciones que piden préstamos para sus programas de gobierno. O más modestamente, dejar de comprar bienes elevados al doble o triple de su valor por las altas tasas de interés cuando no se compra de contado.
En cuanto al Nuevo Testamento, me quiero detener solamente en la exhortación que hace el apóstol Pablo cuando dice que “Dios les entregó a pasiones en contra de la naturaleza” Romanos 1:26 y 27. Supongamos que se concede esta “contra naturaleza” (para physin en griego) y que las relaciones homosexuales son parte de ello. Si esto es así, entonces se debe oponer todo lo que es contra la naturaleza. Por ejemplo, ir en contra de todo aquello que retarde el envejecimiento de la piel, de las cirugías estéticas, de la forma desordenada de comer o los malos hábitos alimenticios que degeneran en enfermedades letales, o bien, concebir un embrión con asistencia médica. ¡Todo ello es antinatural!, y no por ello se deja de hacer. Puede parecer burdo, pero así de burdo suena el argumento contra la homosexualidad desde una supuesta contranaturalidad. Por supuesto, acá está en juego el tabú de la sexualidad que en la tradición judeocristiana es notable.
El relato del Génesis sobre la creación
Si se van adherir al relato de la creación como hecho histórico, y por lo tanto fundante de las relaciones heterosexuales, entonces deben tomarlo en serio y en su conjunto. Esto requiere salir de las dificultades que el mismo relato emplea. Por ejemplo, ¿cómo se multiplicó la descendencia de Adán sin caer en el incesto que prohíbe Levítico 18:6? ¿Cómo fue posible esto? Digo, parece pregunta de párvulos, pero cuando escucho decir que el mito del Génesis fue histórico y, por tanto, la humanidad y las relaciones heterosexuales comenzaron allí, me suena igual de absurdo que la pregunta que hago. Debemos saber que la creación es un relato hecho por una mentalidad semita, heterosexual y masculina. Y que además se alimentó de otros relatos de la antigua Mesopotamia y culturas circundantes Si negamos esto, pues entonces se debe responder mi pregunta.
No pretendo descalificar, sino incitar al diálogo. A reflexionar en sus mismos términos. No soy un apologeta de la homosexualidad, simplemente no puedo soportar que se esgriman argumentos “bíblicos” sin detenerse a pensar en las implicaciones que tienen dichos argumentos para los creyentes. En un diálogo serio, cada uno de nuestros argumentos se caen. En ese sentido, es mejor decir abiertamente que uno no soporta o no tolera las relaciones homosexuales que escudarse en textos que, además deben interpretarse con cuidado y desde luego, pensar que al final de cuentas, son una voz más dentro del mar de posibilidades en las sociedades occidentales.
Las personas homosexuales que conozco buscan un reconocimiento de su derecho a serlo. Si algunas personas creyentes no les gusta o no quieren reconocerlo está bien, es válido. Lo que no me parece es que se intente imponer una visión religiosa y heterosexual en una sociedad que no es teocrática o no se rige por los dioses. Tenemos que saber que vivimos en sociedades plurales con una organización política no es religiosa. Las personas con preferencias sexuales distintas tienen el derecho de exigir a las autoridades su reconocimiento. No están imponiendo una visión homosexual, lo quieren es derecho para ellos y ellas, no para los demás. En cambio, los que se oponen si quieren imponer como criterio la heterosexualidad. Acá radica el problema, en el rechazo hacia la diferencia basado en una fe parcial, que insisto, es válida para quien practica esa fe. No así para los que no la comparten.
Ahora bien, que ofenden a Dios, de acuerdo, si esa es la preocupación, hay muchas otras cosas que ofenden a Dios y no necesariamente son parte de la agenda moral cristiana. El diálogo, a mi parecer, debe de ir por allí. Que es difícil sí, pero no imposible. Si eres creyente, estás en tu derecho de oponerte a algo que crees que no está bien, pero entonces, como creyente deberás reconocer que el proyecto moral es mucho más que la oposición a la homosexualidad como ya se vio en los textos. Además, se debe saber que no vivimos en una teocracia, sino en una organización política laica y por lo tanto, para todas las personas, al menos en lo que se refiere a la sexualidad.
Por su parte, la forma y los modos en los que se impulsa la agenda LGTBI debe también guardar un marco de respeto sin que esto inhiba sus derechos como ciudadanos. Así como no cabe la descalificación hacia las personas LGTBI, tampoco cabe el descrédito a los creyentes como personas atrasadas o “malas”. De la misma forma con la que se habla de derechos para decidir el género, la gente creyente tiene el derecho de creer en Dios y apuntalar un proyecto moral. El problema empieza cuando uno cree estar posicionado en el lado correcto y comienza a atacar las personas y no las ideas.
Por último y no menos importante, hablar en nombre de Dios siempre representará un problema. Usarle como bandera a favor o en contra es peligroso. En todo caso lo que hacemos es proyectar en Él nuestra propia visión de las cosas, ya Jesús nos mostró su compasión y su ternura como para seguir insistiendo en creer que nuestras preferencias, gustos y juicios son los de Dios. No hay lugar para la soberbia al creer que nuestras creencias nos hacen mejores personas que los demás, Jesús rehuyó siempre a esta idea.